domingo, 23 de octubre de 2011

NUNCA FUE IGUAL



NUNCA FUE IGUAL
Nunca fue igual. Creo que los años están pudiendo conmigo, me he convertido a una “sensibilidad” que se adhiere a la piel como si fuera un tatuaje. Hay tanto sufrimiento alrededor, incluso cuando uno parece que tiene todas las herramientas para la autorrealización, observa “en primera persona” que la mentira es un ingrediente más de la propia capacidad de ser in-capaz. Tener herramientas y no saber usarlas, es frustrante.
Hay muchos libros escritos sobre la propia incapacidad y sobre la frustración; también muchos sobre la felicidad. ¿Quién no ha sufrido instantes, a veces muy duraderos, de locura infeliz?
Unos luchan por un poder in-existente e in-necesario. Ese poder es una de las causas de la mayoría de las guerras forjadas por el ser humano en este planeta.
Aquel dicho japonés  retumba: “permite que te avergüencen pero no te agarres al odio “
Gran parte de nuestro tiempo somos incapaces de poder manejar nuestras propias emociones, vivimos en la confusión y muchas veces de la propia confusión. Ciertamente soportar el peso de uno mismo no es fácil. Las dietas son efectivas, temporalmente, para perder peso pero el cuerpo se agarra a la mente y al espíritu. Cuando se pierden esos kilos de más se pierde también grasa en el cerebro y en el espíritu?
La auto-realización no es sencilla, ¿ya lo saben, verdad?, para llegar a ella te tienes que someter a ti mismo y lo más complicado debes dejarte someter por los otros. Quizás te sorprenda esta última afirmación. La auto-realización proviene de la experiencia.
En nuestros países parece que el concepto de auto-realización proviene de elementos bien clasificados a nivel racional o apegado a doctrinas intelectuales.

Entre los elucubraciones de unos y de otros y de uno mismo, entre los miedos de unos y otros y de uno mismo, entre los intereses de unos y de otros y de uno mismo, entre las exigencias de unos y otros y de uno mismo, entre las presiones de unos y otros y de uno mismo, entre los celos de unos y otros y de uno mismo, entre el ruido del mascullar de unos y de otros y de unos mismos, entre el  golpeteo constante de unos y otros y de uno mismo, entre el yo y el yo y el tú y el tú de unos y otros y de uno mismo oigo el brochazo del kokoro sobre el papel. No lo veo, aunque si lo oigo.
El Dojo, aquel lugar que se denomina “ el lugar del despertar “; aunque parece que algunas personas tienen mal despertar. Años y años entrenando movimientos, acciones, “ técnicas “ y no se deja ni un espacio para “ la iluminación “. Me agarro a mis propias ideas y afirmo, rotundamente y sin lugar al error: “ esto es lo correcto, me siento cómodo, prefiero no experimentar nada nuevo, prefiero no “ir al encuentro”. Prefiero ser fan de mi propias ideas, de mí mismo, es decir un fan-ático de la mente cerrada”. Y todo para tener la sensación de sentirme seguro, porque en realidad es simplemente “tener la sensación” porque no existe nada seguro, sino el cambio y la adaptación.

Llevo unas semanas en casa, en mi entorno “habitual” y observo como mi alma salta como un grillo. Me des-encuentro con mi entorno, pocas personas “apuestan” por lo novedoso, el cambio, el movimiento, el crecimiento. No tienen el valor de salir fuera de la propia burbuja que han creado y la denominan felicidad y estado de bienestar.  Sí, no soy de aquí… ¿recuerdan lo que sigue? Ese fue uno de los satori-iluminación que tuve con la enseñanza de Hatsumi Sensei. … No soy de allá… ¿Entonces preguntarían algunos, de dónde eres, porque de algún lugar tienes que ser?... provengo de un espacio indefinido…, en su alegato seguirían fácilmente cuestionando: ¿pero dónde está ese espacio yo no lo veo, porqué es indefinido?...
Sin riesgo no hay vida. Sólo si estás vivo puedes arriesgar.  Ahora es el momento.

Un abrazo.
Pedro Fleitas, estudiante del Dr. Masaaki Hatsumi.

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